Antropología
Cuadernos de Investigación, núm. 28, febrero - julio 2023, pp. 32-41 Fecha de recepción: 10/04/2023 - Fecha de aprobación: 25/06/2023
La menstruación como fenómeno cultural: Creencias
arraigadas y transformaciones contemporáneas
Daniela
Coloma Moncayo
Resumen
El
fenómeno biológico de la menstruación está inextricablemente ligado a una serie
de representaciones culturales, que pueden oscilar entre lo positivo y lo
negativo. Este artículo, explora las diversas manifestaciones culturales que
rodean a la menstruación y analizamos sus profundas implicaciones en la vida de
las mujeres, desde la estigmatización hasta la celebración. A través de un
marco teórico fundamentado en el diálogo entre varios autores que han
investigado a fondo la menstruación como un fenómeno biológico y cultural,
examinamos cómo las creencias populares y la influencia de diversos actores
sociales, así como el impacto de las redes sociales, han moldeado la evolución
de las percepciones sobre la menstruación.
Abstract
The
biological phenomenon of menstruation is inextricably linked to diverse
cultural representations, which can vary between positive and negative. This
article explores the diverse cultural manifestations of menstruation and
analyzes its deep implications in women’s lives, from stigmatization to
celebration. Through a theoretical frame based on the dialogue of some authors
who have researched the topic from biological and cultural views, we analyze
how popular beliefs and the influence of diverse social actors, as the impact
of social media, have shaped the evolution of menstruation’s perspectives.
Introducción
La menstruación, un fenómeno
biológico y cultural, ha sido objeto de profundo interés
y debate a lo largo de la historia en diversas sociedades. A pesar de ser un
proceso natural y esencial para la capacidad reproductiva de las mujeres, la
menstruación ha estado envuelta en tabúes, estigmas y percepciones negativas en
muchas culturas. Sin embargo, en la actualidad, se ha observado un aumento en
la discusión y visibilidad de la menstruación en los medios de comunicación,
las redes sociales y la literatura, lo que plantea interrogantes sobre las
representaciones y concepciones en torno a este tema.
Esta investigación tiene como
objetivo abordar múltiples dimensiones de la menstruación a lo largo del tiempo
y en diversas culturas. En primer lugar, se explorará el origen histórico de las restricciones y creencias
negativas relacionadas con la menstruación, rastreando su evolución a través de diferentes períodos y
contextos culturales. Se analizarán las raíces de estas creencias y cómo han
influido en la percepción de la menstruación como algo impuro o contaminante.
Además, se llevará a cabo un examen
en profundidad de diversas creencias y perspectivas culturales en torno a la
menstruación. A través de
un enfoque antropológico, se buscará comprender la diversidad de perspectivas y
creencias sobre este fenómeno. Se destacarán las
variaciones culturales en la forma en que se percibe y se aborda la
menstruación, desde celebraciones hasta estigmatizaciones.
Otro aspecto fundamental de esta
investigación será comprender las implicaciones de las creencias supersticiosas
negativas sobre la salud de la mujer. Se examinará cómo estas creencias pueden
afectar el acceso de las mujeres a la atención médica
adecuada y a la educación sobre la salud menstrual. Se analizará cómo las
creencias erróneas pueden poner en riesgo la salud y el bienestar de las
mujeres en diferentes contextos. Se identificarán, además, los momentos clave en los que las actitudes y
percepciones hacia la menstruación han experimentado cambios significativos y
cómo estos cambios han impactado en la vida de las mujeres.
Finalmente, se examinarán las
nuevas representaciones de la menstruación influenciadas por el avance de las
redes sociales, los movimientos feministas, la educación y la creciente
aceptación de este fenómeno.
Menstruación y tabú
La menstruación, un proceso
biológico natural que afecta a la mitad de la población, ha sido históricamente
objeto de connotaciones negativas y tabúes en muchas
culturas alrededor del mundo. Es fundamental comprender por qué la
menstruación se ha asociado con una sustancia contaminante y cómo esta
asociación ha llevado a la imposición de reglas y prohibiciones a las mujeres
(Buckley y Gottlieb, 1988; Héritier, 2002). Estas
creencias culturales han dado lugar a la construcción de un tabú en torno a
este proceso biológico natural, y es crucial analizar cómo estas creencias se
relacionan con la religión y la tradición cultural.
A lo largo de esta sección,
exploraremos las raíces culturales y sociales de estos tabúes menstruales,
comenzando por el origen del tabú menstrual y su conexión con la noción de
contaminación. Luego, examinaremos cómo estas creencias se entrelazan con las
prácticas religiosas y las tradiciones culturales en diversas sociedades. Al
comprender cómo y por qué la
menstruación ha llegado a ser considerada tabú y su influencia en las
comunidades, podremos arrojar luz sobre un tema que ha afectado a las mujeres a
lo largo de la historia y que sigue siendo relevante en la actualidad.
El origen del tabú menstrual y la noción de
contaminación
Las investigaciones previas sobre
la menstruación han sacado a la luz connotaciones negativas que la han
clasificado dentro de las teorías generales del tabú y la contaminación. Estas teorías
sugieren que la sangre menstrual se considera una sustancia contaminante según
muchas creencias culturales, lo que ha llevado a la imposición de reglas y
prohibiciones sobre las mujeres (Buckley y Gottlieb,
1988; Héritier,
2002). Esta perspectiva plantea que el tabú menstrual surge como un mecanismo
para que los hombres controlen y mitiguen el miedo que les provoca la
menstruación y, en última instancia, a la mujer misma, a quien en ocasiones
perciben como una amenaza (Buckley y Gottlieb, 1988;
Paula Weideger, citada en Buckley y Gottlieb, 1988).
El concepto de tabú, originario de
las lenguas polinesias, se refiere a la prohibición de tocar ciertas cosas o
seres debido a la creencia en consecuencias indeseables. En el contexto de la
menstruación, la sangre menstrual ha sido considerada como una sustancia que
debe ser evitada para prevenir estas consecuencias negativas (De Heucsh, 1990; Radcliffe-Brown, 1972). En otras palabras, el
tabú menstrual no es un fenómeno aislado, sino que se enmarca en una tradición
cultural más amplia de prohibiciones y creencias destinadas a controlar y
gestionar el temor hacia lo desconocido.
En este sentido, la menstruación se
convierte en una expresión de la diferencia y la alteridad, generando temor
hacia lo desconocido y lo femenino. El tabú menstrual se convierte entonces en
un medio para establecer límites y mantener un cierto grado de control sobre lo
que se considera incomprensible o peligroso. Así, el origen del tabú menstrual
y la noción de contaminación se entrelazan con creencias arraigadas, temores
ancestrales y la percepción de amenaza, proporcionando una visión más profunda de cómo la
cultura y la historia han moldeado las actitudes hacia la menstruación a lo
largo de los siglos.
La relación entre la contaminación y la suciedad
La idea del tabú está
intrincadamente ligada a la noción de impureza, ya que lo que se considera
impuro tiende a ser rechazado de manera enfática (Cazeneuve,
1971). Este rechazo o la imposición de prohibiciones buscan mantener un orden
social en la sociedad en cuestión, pues se sostiene que dicho estado impuro
tiene efectos perjudiciales sobre todo lo que entra en contacto con él.
Para ilustrar este concepto, Radcliffe-Brown (1972) señala que, en algunas
sociedades, existe la creencia de que si la sangre menstrual
entra en contacto con utensilios de cocina o el fuego utilizado para cocinar
alimentos, transmite una influencia perjudicial y causa daño a aquellos que
comparten esa comida.
Mary Douglas (1966) establece una
conexión fundamental entre la noción de contaminación y la suciedad. Aquí, la
suciedad se refiere a lo desordenado, a aquello que está fuera de su lugar
designado. De acuerdo con Douglas, las ideas de separación, purificación,
delimitación y el castigo de las transgresiones tienen como función primordial
imponer un sistema a una experiencia fundamentalmente desordenada. Estas
clasificaciones, al resaltar las diferencias entre los distintos elementos de
la sociedad, generan una sensación de orden.
La relación entre la contaminación y la
suciedad es una parte intrínseca de la construcción de tabúes y
prohibiciones en las sociedades. La percepción de que ciertas sustancias o
comportamientos son impuros lleva a la imposición de restricciones con el
objetivo de preservar el orden social y evitar consecuencias negativas
percibidas. Mary Douglas añade que este proceso de clasificación y delimitación
sirve para establecer un sentido de orden en medio de la complejidad inherente
a la experiencia humana, contribuyendo a la estructura y estabilidad de las
culturas a lo largo del tiempo.
La
Influencia de la religión en los tabúes menstruales
Es esencial destacar la influencia
significativa de algunas religiones en la propagación de la creencia de que la
sangre menstrual es impura y contaminante, incluso más que otras formas de
sangre. Un ejemplo notable se encuentra en el libro de Levítico, donde se
establecen normativas específicas que consideran impura a la mujer y su sangre
menstrual durante su período (Levítico, 15:19-30). Estas
normas detalladas sobre la impureza vinculada a la menstruación y los
procedimientos para la purificación posterior han contribuido a la
estigmatización y la exclusión social de las mujeres en numerosos contextos. La menstruación, que constituye una parte
esencial de la vida de muchas mujeres, ha sido objeto de tabúes y creencias
negativas profundamente arraigadas en diversas culturas. Estos tabúes se basan
en conceptos arraigados de impureza y contaminación, así
como en el temor a lo desconocido. La influencia significativa de la religión y
la tradición cultural en la persistencia de estos tabúes subraya la necesidad
de comprender y cuestionar estas creencias arraigadas, con el objetivo de
promover una percepción más positiva y equitativa de la menstruación.
La relación entre el tabú menstrual
y la opresión de las mujeres
Buckley y Gottlieb
(1988) argumentan que existe una conexión persistente entre el tabú menstrual y
la opresión de las mujeres, un vínculo que se ha observado tanto en narrativas
populares como en investigaciones académicas.
Esta asociación plantea la posibilidad de que el tabú menstrual funcione como
un mecanismo de exclusión social dirigido hacia las mujeres. Basándose en la
teoría de F.Y. Young sobre la opresión femenina, Buckley y Gottlieb
(1988) sugieren que los tabúes menstruales, que a menudo se imponen a las
mujeres desde una edad adulta temprana, pueden servir para disminuir su estatus
en comparación con el de los hombres (Young, 1965, citado en Buckley y Gottlieb, 1988).
Este planteamiento suscita
preguntas fundamentales sobre las motivaciones subyacentes del género masculino para
buscar un estatus social superior al de las mujeres. Además, es importante
destacar que las teorías acerca del tabú menstrual varían entre diferentes
culturas, aunque se han identificado similitudes en diversas sociedades. En su
enfoque metodológico, Françoise Héritier
(2002) resalta la importancia de interpretar las reglas de pureza dentro del
contexto cultural más amplio, teniendo en cuenta los peligros específicos que
cada cultura percibe.
Héritier señala que
todas las posibles amenazas que podrían afectar a un individuo deben ser
analizadas a la luz de los principios que rigen su cultura (Héritier, 2002). Este
enfoque subraya la necesidad de examinar los elementos del tabú menstrual
dentro del contexto cultural específico de cada sociedad. Esto nos lleva a
comprender que las relaciones entre el tabú menstrual y la opresión de las
mujeres son multifacéticas
y complejas, y que la influencia cultural y social desempeña un papel crucial
en la forma en que estas dinámicas se manifiestan en diferentes partes del
mundo.
En este contexto, a diferencia de
algunas culturas que rechazan la menstruación y la han relacionado con un tema
de control hacia el género
femenino, existen comunidades como los Rungus,
estudiados por W.R. Appell, un grupo étnico en Malasia. Su
investigación reveló que la menstruación no es tabú entre los Rungus, y las mujeres menstruadas no son consideradas
impuras. En esta sociedad, no existen prohibiciones ni exclusiones de
actividades durante la menstruación. Además el estudio reveló que en esta sociedad no existe una
jerarquía entre los sexos lo que permitiría explicar porque no existe un tabú
menstrual (Buckley
y Gottlieb, 1988).
La construcción de una imagen femenina amenazante
En el estudio de las percepciones
en torno a la menstruación, Françoise Héritier
(2002) destaca dos aspectos fundamentales que ponen de evidencia la dualidad en
la percepción del peligro asociado a las mujeres. En primer lugar, se teme la
amenaza que las mujeres representan para los hombres. En segundo lugar, las
mujeres se encuentran en una situación de vulnerabilidad debido a los
prejuicios populares que han surgido en torno a este fenómeno. Esta dualidad
ilustra las diversas facetas del peligro que se atribuye a las mujeres, aunque
prevalece con mayor frecuencia la concepción de que las mujeres representan un
peligro potencial para los hombres, lo que justifica su control y, en
ocasiones, incluso la violencia ejercida sobre ellas (Héritier, 2002).
Además, Héritier (2002) subraya
que la capacidad de las mujeres para concebir y dar a luz genera temores
relacionados con la satisfacción, el placer, la fidelidad y la paternidad para
los hombres. Estos temores surgen de la percepción de una amenaza a la línea de
descendencia masculina. Un ejemplo de esto se refleja en muchas culturas, donde
durante la menopausia, las mujeres son consideradas brujas debido a los cambios
hormonales y la pérdida de
la capacidad reproductiva, interpretada como una amenaza para la comunidad (Greendale, 1999).
Es importante resaltar que estas
percepciones negativas sobre las mujeres no se fundamentan en evidencia
científica, sino en creencias y mitos culturales profundamente arraigados.
Estas concepciones continúan influyendo en la forma en que la sociedad percibe
y caracteriza a las mujeres como peligrosas o amenazantes. El tabú asociado a
la menstruación y las percepciones negativas hacia la mujer contribuyen a la
construcción de una imagen de la mujer como una figura peligrosa, con
consecuencias significativas para las mujeres, ya que aquellas que no se
ajustan a las normas sociales establecidas, como la maternidad, pueden ser
estigmatizadas y excluidas de la sociedad, lo que las coloca en una posición de
vulnerabilidad social.
Más allá del tabú
menstrual: impacto en la salud y la participación social de las mujeres
Como se pudo evidenciar en la
sección anterior, la menstruación, que ha sido asociada en algunas culturas a
la impureza, ha llevado a la exclusión de las mujeres del ámbito social y también ha traído
consecuencias graves en el ámbito de la salud. Es importante examinar cómo las
creencias sociales y culturales pueden tener un impacto profundo en la vida de
las mujeres en todo el mundo, no solo en su salud, sino también
en su inclusión en actividades sociales, en su acceso a la educación y en la
atención médica.
La
relación entre esta sección y la anterior es de suma importancia, ya que
permite la reflexión sobre cómo las creencias en torno a un fenómeno biológico
han dado forma a la dinámica cultural y han llevado a que muchas mujeres,
debido a ciertas prácticas culturales, en este caso relacionadas con la
menstruación, se encuentren en peligro.
Impacto
en la educación de las mujeres
Las actitudes culturales hacia la
menstruación tienen un impacto significativo en el acceso a la educación de las
mujeres en algunos contextos. En algunas
regiones de África y América Latina, donde las creencias
supersticiosas y los tabúes menstruales siguen arraigados, las niñas a menudo
se ven obligadas a faltar a la escuela durante sus períodos menstruales (Sommer, 2010).
Estas creencias y supersticiones no solo conducen a la exclusión de las mujeres
de actividades sociales, sino que también
vulneran su derecho fundamental a la educación.
Sin embargo, en contraste, en
países europeos como Suecia y Noruega, se han implementado programas
progresistas que proporcionan productos menstruales gratuitos en escuelas y
lugares de trabajo. Esta iniciativa no solo alivia las preocupaciones prácticas
de las mujeres en torno a la higiene menstrual, sino que también
simboliza un cambio en la percepción cultural de la menstruación (Bhattacharya et
al., 2021). Estos países, han logrado
desvincularse de las concepciones negativas y los tabúes asociados con la
menstruación, reconociendo que la menstruación es una parte natural de la vida
de las mujeres y no debe ser motivo de exclusión ni vergüenza.
Las políticas y programas pueden
desempeñar un papel fundamental en la reducción de las barreras que enfrentan
las mujeres en relación con su menstruación. Es esencial reconocer que las
actitudes culturales y las políticas varían
ampliamente en todo el mundo, lo que subraya la necesidad de abordar estas
cuestiones de manera contextual y sensible a las diferencias culturales.
Barreras económicas y acceso a productos
menstruales
El acceso a productos menstruales
sigue siendo un desafío en muchas partes del mundo, y esta problemática tiene
un impacto significativo en la vida de las mujeres y las niñas. Las toallas
sanitarias y los tampones, que son productos menstruales básicos, pueden
resultar costosos, especialmente para aquellas que viven en entornos de bajos
recursos económicos. Esta
barrera económica puede tener varias
repercusiones negativas.
En primer lugar, la falta de acceso
a productos menstruales asequibles puede llevar a que las mujeres y las niñas
utilicen métodos improvisados o insalubres durante su
menstruación, como trapos viejos o materiales no higiénicos. Esto no solo
aumenta el riesgo de infecciones y problemas de salud menstrual, sino que también puede generar una sensación de vergüenza y malestar. Esta
falta de acceso a productos menstruales adecuados y la persistencia de
prácticas poco saludables relacionadas con la menstruación pueden tener
consecuencias negativas en la salud menstrual de las mujeres y las niñas en
todo el mundo. Además, la ausencia de información adecuada sobre la higiene
menstrual y la falta de acceso a productos adecuados pueden aumentar el riesgo
de infecciones y problemas de salud ginecológica (Hennegan
et al., 2020).
Por
otra parte, las creencias culturales arraigadas sobre la
menstruación han influido en la promoción de prácticas inadecuadas o poco saludables. Por
ejemplo, en Nepal, la menstruación ha sido tradicionalmente vista a través de una perspectiva cultural y religiosa
que ha influido en las vidas de las mujeres (Biota, 1991).
Prácticas como el “chhaupadi”[1] han llevado a que
las mujeres sean marginadas a refugios aislados durante su menstruación, lo que
ha planteado preocupaciones sobre la salud y la seguridad de estas mujeres
(Padilla y Padilla, 1985).
Las actitudes culturales hacia la
menstruación pueden también tener un
impacto significativo en el acceso a la atención médica de las mujeres en
diferentes partes del mundo. Estas actitudes pueden variar ampliamente según la
cultura y la comunidad en cuestión, lo que a su vez afecta la forma en que las
mujeres buscan y reciben atención médica
durante su menstruación.
En
algunas comunidades indígenas de América del Norte, por ejemplo, existe la
creencia de que las mujeres menstruantes deben evitar ciertos tratamientos médicos durante su
período (Johansson, 1997). Esta perspectiva cultural puede resultar en que las
mujeres eviten o posterguen el acceso a la atención médica cuando más lo
necesitan, lo que podría tener consecuencias negativas para su salud en
general.
Por otro lado, en Japón, se
promueve activamente la salud menstrual, lo que permite a las mujeres acceder a
servicios de bienestar específicos durante su ciclo menstrual (Lock, 1993). Esta perspectiva cultural diferente reconoce
la importancia de cuidar la salud menstrual de las mujeres y garantiza que tengan acceso a la atención
médica y al
apoyo necesario durante este período.
Redefinición de
las representaciones menstruales
Las concepciones, creencias y
supersticiones en torno a la menstruación no son estáticas, ya que pueden
evolucionar con el tiempo. Factores como el avance de la tecnología, la investigación
médica y
los movimientos feministas han contribuido a esta evolución (Bobel, 2010). A medida que las sociedades cambian y se
desarrollan, las actitudes hacia la menstruación también
pueden transformarse.
Esta sección se adentrará en los
factores que pueden determinar si una niña tiene una experiencia positiva o
negativa al descubrir su menstruación. Para comprender plenamente cómo se han desarrollado las percepciones menstruales y su impacto en la vida
de las mujeres, es fundamental explorar qué influye
en que las niñas aprueben o rechacen este aspecto natural de sus vidas. Las
creencias y sentimientos en torno a la menstruación no se forman en el vacío,
sino que están moldeados por diversos factores. La familia, la educación, la
cultura y la sociedad desempeñan un papel fundamental en la construcción de las
percepciones menstruales en las niñas antes de su primera experiencia menstrual
(Mardon, 2011). Comprender cómo estos factores
interactúan puede proporcionar una visión más clara de por qué algunas
mujeres abrazan la menstruación mientras que otras la rechazan.
Moldeando la
percepción de la menstruación
La influencia de actores en la
transmisión de percepciones sobre la menstruación es un
aspecto crucial a considerar en el análisis de cómo se forman las
creencias individuales y colectivas en torno a este proceso fisiológico. Como
se menciona en estudios previos (Mardon, 2011), estos
actores incluyen a las madres, otras mujeres, médicos,
profesores, hombres y, en la era actual, las redes sociales. Su influencia se
extiende de manera significativa sobre las creencias y las percepciones que las
mujeres desarrollan respecto a este fenómeno biológico.
Las madres, en particular,
desempeñan un papel fundamental en la introducción de sus hijas a la
menstruación (Mardon, 2011). Sus
propias experiencias y creencias pueden moldear la perspectiva que transmiten a
sus hijas, lo que a menudo establece las bases para las actitudes futuras de
estas jóvenes hacia la menstruación. Esta influencia inicial puede ser crucial
en la formación de una visión positiva o negativa de la menstruación. Un ejemplo ilustrativo de esto se observa
en el caso de las familias gitanas de Francia estudiadas por Emmanuelle Sitou, donde la menstruación es un tema tabú y las madres
evitan hablar de ello, lo que se conoce como “latche”
o vergüenza. Como resultado, las niñas pueden carecer de información sobre la
menstruación hasta el momento en que la experimentan, lo que puede generar una
primera experiencia negativa. Encuestas han demostrado que las jóvenes cuyas
madres les explican y las preparan para este evento no experimentan traumas
relacionados con la menstruación, a diferencia de aquellas que no reciben
información previa y, por lo tanto, asocian la menstruación con la suciedad,
generando una experiencia traumática (Sitou, 2008, citado en: Mardon, 2011).
Otras mujeres en la comunidad también influyen en la percepción de la
menstruación. A menudo, las conversaciones entre amigas y parientes femeninas
pueden compartir anécdotas
personales, mitos o estigmatización relacionados con la menstruación. Estas
interacciones pueden contribuir a la normalización o a la perpetuación de
ciertas creencias culturales en torno a la menstruación.
Los médicos y
profesionales de la salud también desempeñan un
papel importante en la formación de percepciones sobre la menstruación. Sus
explicaciones y consejos pueden influir en cómo las mujeres comprenden y
gestionan su salud menstrual. Por ejemplo, algunos médicos pueden reforzar
la idea de que la menstruación es un proceso natural y saludable, mientras que
otros pueden enfocarse en sus aspectos médicos o patológicos (Guyard, 2010).
Por otra parte, el contexto
cultural desempeña un papel fundamental en la formación de percepciones
positivas o negativas en torno a la menstruación. La existencia y la naturaleza
de las creencias sobre la menstruación tienen un impacto significativo en la
relación que las mujeres y las niñas establecen con este fenómeno biológico.
Cuando la menstruación no es percibida como algo negativo, se fortalece la
conexión con este proceso, como es el caso en la comunidad Navajo en la región suroeste de los
Estados Unidos.
En esta comunidad, se practican
concepciones positivas relacionadas con la menstruación, siendo uno de los
ejemplos más destacados el “Kinaalda”, un rito de
paso que marca la transición de la niñez a la adultez para las niñas Navajo
cuando tienen su primera menstruación. Durante esta ceremonia que se extiende
durante cuatro días y cuatro noches, las jóvenes participan en diversas
actividades dirigidas por mujeres mayores de la comunidad. El propósito central
de este rito es honrar la feminidad y la capacidad de las mujeres para dar vida
a través de
la menstruación, al mismo tiempo que se transmiten tradiciones culturales y
valores comunitarios (White y Whitbeck, 1992).
Además, la lengua Navajo y su arte desempeñan un papel fundamental en la
comprensión de la menstruación en el contexto de su cultura (Witherspoon, 1983).
Redes sociales y menstruación: cambio y conexión en la
era digital
En el contexto actual, los medios
digitales y las redes sociales desempeñan un papel destacado en la difusión de
información relacionada con las menstruaciones. Además de los factores
culturales, la perspectiva sobre la menstruación ha sido influenciada por
movimientos feministas y ecofeministas que han promovido una nueva forma de
abordar este tema (Bobel, 2010). Estos movimientos
han abogado por desafiar los tabúes históricos que
han rodeado a las menstruaciones y han trabajado para crear una visión más
positiva y consciente de este proceso natural. Además, autoras
feministas como Gloria Steinem abordaron la
menstruación en sus escritos y discursos, desafiando la idea de que las mujeres
debían avergonzarse de su ciclo menstrual. Estas ideas se difundieron a través de publicaciones impresas y eventos
feministas de la época de 1960 y 1970.
En la era contemporánea, los
movimientos ecofeministas han abogado por una mayor conciencia ambiental y una
conexión más profunda entre las mujeres y la naturaleza. Algunas ecofeministas
argumentan que la menstruación es una parte natural y sagrada de la vida de las
mujeres, y que la relación entre las mujeres y la tierra debe ser celebrada (Kheel, 1993). Este enfoque ha influido en la creación de
grupos en redes sociales que promueven una menstruación consciente y positiva
desde una perspectiva ecofeminista.
Por ejemplo, el grupo “Ecofeminismo
y menstruación” se ha convertido en un espacio en línea donde las mujeres
pueden discutir cómo la menstruación se relaciona con la ecología y la conexión
con la tierra. Las publicaciones en este grupo abordan temas como la elección
de productos menstruales sostenibles y la reducción de desechos relacionados
con la menstruación. Además, se promueve la idea de que la menstruación puede
ser vista como una manifestación natural de la ciclicidad de la vida, en lugar
de un inconveniente o un problema (Kheel, 1993).
Estos ejemplos ilustran cómo los
movimientos feministas y ecofeministas han influido en la percepción de la menstruación a través de
las redes sociales, creando espacios donde las mujeres pueden compartir
información, experiencias y perspectivas relacionadas con este tema. En este
sentido, las redes sociales han facilitado la conexión entre personas que
comparten intereses similares y han contribuido a la difusión de una visión más
positiva y consciente de la menstruación (Vidal et al., 2011).
En el contexto de Facebook, es
posible encontrar numerosas publicaciones que abordan diferentes aspectos de
las menstruaciones. Algunas de ellas tienen como objetivo informar al público
sobre el funcionamiento fisiológico de este proceso y las distintas opciones de
protección higiénica disponibles. Además, existen grupos
que buscan desafiar los tabúes que históricamente han rodeado a las
menstruaciones, creando espacios de diálogo y difusión de información
relacionada con este tema.
Por ejemplo, el grupo de Facebook “Menstruación consciente” se describe como
un espacio donde las participantes comparten ejercicios, medicina natural,
libros y experiencias transmitidas generacionalmente por madres y abuelas con
el propósito de aprender a gestionar la menstruación de manera consciente. Otro
grupo relevante es “Menstruación alternativa”, cuyo enfoque se centra en ayudar
a las mujeres a establecer una conexión amorosa con sus ciclos menstruales y a
reconocer su poder femenino. Estas descripciones reflejan la intención de
reafirmar una imagen positiva de las menstruaciones y de la feminidad en su
totalidad.
Dentro de estos grupos, se
encuentran diversas publicaciones relacionadas con las menstruaciones, creando
un espacio en el que las mujeres pueden intercambiar información y experiencias
sobre este tema. Por ejemplo, se invita al público a participar en el Día
Internacional de la Higiene Femenina, con el propósito de desafiar la
concepción de que la menstruación está asociada con la suciedad y la vergüenza.
En lugar de centrarse exclusivamente en la higiene, se promueve la visibilidad
de las menstruaciones como un acto de resistencia que revela y se rebela contra
la idea de ocultar el sangrado menstrual. Ana María Navarro Casillas ha
contribuido al análisis de la reflexividad de las comunidades eco sociales de
mujeres como agentes de cambio cultural (Navarro Casillas, 2016) resaltando
cómo las comunidades de mujeres pueden desempeñar un papel significativo en la
transformación cultural relacionada con la menstruación y otros aspectos de la
vida cotidiana a través de tecnologías de
la información y la comunicación en el contexto de estas comunidades (Ibíd., 2019).
Estos ejemplos nos permiten
comprender cómo los medios digitales, en particular las redes sociales, se han
convertido en actores importantes en la transmisión del conocimiento sobre las
menstruaciones. Facebook, reúne a mujeres de diferentes partes del mundo,
fomentando la interacción y permitiendo la propuesta de nuevas ideas,
perspectivas y conocimientos relacionados con las menstruaciones y el cuerpo
femenino en general. Cabe destacar que este medio tiene un impacto
significativo, especialmente entre las generaciones más jóvenes.
Conclusiónes
La
menstruación, a lo largo de la historia, ha sido tanto un fenómeno biológico como
culturalmente construido. A través de
diversas culturas y períodos de tiempo, hemos visto cómo las creencias, actitudes y prácticas en
torno a la menstruación han variado significativamente. Desde los tabúes y
estigmas que han marginado a las mujeres hasta las sociedades que valoran y
celebran este proceso natural, la menstruación ha sido un espejo de nuestras
percepciones cambiantes sobre la feminidad, la salud y la igualdad de género.
Sin embargo, a pesar de los avances
en la promoción de una comprensión más positiva de la menstruación, aún
persisten desafíos significativos en todo el mundo. La exclusión y la
discriminación relacionadas con la menstruación siguen siendo una realidad para
muchas mujeres. Los problemas de acceso a productos de higiene menstrual y la
falta de educación menstrual adecuada continúan afectando la vida de las
mujeres en muchas comunidades.
Este panorama nos lleva a una
reflexión más profunda. ¿Qué más podemos hacer para desafiar los
estigmas menstruales? ¿Cómo podemos garantizar que todas las mujeres tengan
acceso a la educación y la atención médica
necesarias durante su menstruación? ¿Cómo
podemos promover una comprensión más completa de la menstruación que trascienda
las barreras culturales y sociales?
La
menstruación es un tema complejo y multifacético
que merece una atención continua.
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[1] Esta tradición milenaria exige que las mujeres
menstruantes se aíslen en chozas aisladas durante su período, basándose en la
creencia de que son impuras durante ese tiempo. Como resultado, las mujeres
enfrentan no solo el aislamiento social sino también riesgos significativos para su salud y
seguridad. La falta de acceso a condiciones higiénicas y la exposición a las inclemencias
del tiempo pueden poner en peligro la salud menstrual de estas mujeres y, en
última instancia, su bienestar general (Bobel, 2010; Smith, 2005).